lunes, 13 de julio de 2009

REFLEXIONES: Recordando a Miguel Angel Blanco

“Antes y después de Miguel han habido más asesinatos igual de crueles e injustos, pero tal vez el que más nos impactó fue el de Miguel por ser una muerte anunciada que mantuvo a millones de personas expectantes y con la vana esperanza de que lo dejasen vivir.
Con el mismo respeto y consideración va para ellos, las víctimas y sus familias mí afectuoso recuerdo.”

Esto lo escribí el año que murió Miguel, pero creo que él se merece que vuelva a recordarlo.


“ Recordando a Miguel Angel Blanco”

He pensado en Miguel Angel Blanco, en su muerte inútil, su vida segada de forma cruel y cobarde, por la espalda y obligándole a arrodillarse, como para que se sintiera todavía más impotente ante la muerte que se le anunciaba inmediata.

Me pregunto si esa posición en la que se encontraba Miguel le hacia sentirse más poderoso a su asesino, me vino a la memoria una frase del Che Guevara:
“Prefiero morir de pie que vivir eternamente arrodillado”

Creo que el pueblo vasco, que es el que más sufre esta situación de locura incontrolada, en esos días decidió ponerse de pie, yo espero que al menos la muerte de Miguel sirva para que tengan la valentía y el coraje de continuar de pie.

Yo no conocía de nada a Miguel, pero me afecto mucho su muerte porque el primer derecho humano es el derecho a la vida, y él era un joven con todo un futuro por delante y se lo robaron sin piedad ni respeto.

Esas personas que ejecutan esos actos injustificables, son también hijos de alguien, yo soy madre, y pienso como podría sentirme teniendo la conciencia de haber parido un monstruo.
¡Que tristeza tan grande para esas madres y padres, que dolor deben sentir con tan pesada carga! Porque al fin y al cabo son sus hijos y no podrán evitar quererlos.

No sé si estos asesinos alguna vez se pararan a pensar y a sentir respecto a sus crímenes, seguramente se entretendrán y distraerán sus culpas planeando el próximo asesinato, pero por un momento he querido pensar en que queda algo de humano en ellos y en lo que puedan pensar en la soledad de su conciencia, que aunque también le pongan una mordaza deben tenerla en un zulo muy escondido en su mente.

Y yo siendo tan ilusa y sin tener capacidad para asimilar tanta imaginación a la hora de infringir crueldad y dolor a un semejante, a otro ser humano, me he atrevido a escribir una utopía de lo que puede pensar un ser que es capaz de matar a quien ni si quiera conoce.

Estas Navidades y todas las que sigan, en casa de la familia Blanco habrá un gran vacío porque Miguel no estará presente para poder disfrutarlas con los suyos como era su derecho. Pero sobre lo que nunca tendrán poder esos asesinos, es para poder evitar que Miguel siga vivo los 365 días de cada año en el corazón de todos aquellos que lo amaron.

“Utopía”
A veces uno mismo no se entiende,
no es capaz de asimilar su actitud ante circunstancias de su propia vida.
Es difícil, porque uno tiende a justificarse ante sí mismo,
porque la otra opción es más dura,
es enfrentarse a la realidad y juzgarse,
y dentro de uno mismo no hay escapatoria posible.
Vives contigo, la conciencia es parte de tu indumentaria cotidiana,
la llevas puesta, siempre viaja contigo a todas partes,
no te permite descanso, tampoco la puedes dejar en casa.
Tu conciencia eres tú, y tu siempre estas contigo.
Solo tienes dos opciones posibles,
una, estar a gusto contigo mismo,
satisfecho de quien eres y de lo que haces,
o dos, no gustarte,
no tener otro remedio que admitirlo e intentar soportarte.
Eso sí, siempre puedes elegir.
A veces resulta difícil saber donde está el limite de la elección,
todo depende de lo que se trate,
al fin y al cabo solo somos seres humanos,
por lo tanto imperfectos.
Todos cargamos con nuestro paquete de errores,
unos tenemos una carga más ligera, otros demasiado pesada.
Pero... ¿quién nos llena el saco?
Indudablemente el saco de la conciencia lo carga uno particularmente.
Nacemos libres e iguales, con poder de elección,
entonces elijamos y no culpemos a nadie por ello.
Debemos saber enfrentarnos a nuestras elecciones y a sus consecuencias,
después solo nos queda el llanto,
y en las peores ocasiones, el peor llanto,
el que se llora en el silencio de la soledad.
Nuestra conciencia puede ser muy dura con nosotros,
tanto como nosotros se lo permitamos con nuestros actos.
Al fin y al cabo,
la elección siempre es nuestra.