Dentro
de un par de días cumpliré años y siempre que se acerca un cumpleaños
pasa por mi cabeza la película de mi vida y lo bueno de cumplir es que cada vez
tiene más capítulos.
Lo
que no pensé nunca fue ver a mi país tal como está ahora, de mal en peor,
cuesta abajo y sin frenos.
Me
da pena, mucha pena, he llorado a menudo con imágenes de personas que lo están
pasando muy mal. Porque en los telediarios son números, pero en la realidad son
vidas, cada una con su historia y su carga más o menos pesada.
España,
el país de la solidaridad, el primero en socorrer ante cualquier desgracia en
cualquier parte del mundo tiene muchos niños que pasan hambre y van al colegio
sin desayunar y sin materiales.
¿De
qué nos suena esto a los españoles? Pues de hacer paquetes con ropa, alimentos,
materiales escolares, medicamentos, juguetes etc etc para enviar a países con
una situación desesperada y ahora la desesperación campa por libre en
demasiados hogares españoles. Y entiéndase por hogar el núcleo familiar, no una
casa, porque muchos han perdido la suya y hasta ese núcleo anda desperdigado
entre familiares y amigos que les brindan una acogida a los más afortunados.
Solo
pensar que hay niños que en España pasan hambre se me parte el alma. Y en
cualquier país, entiéndanme, un niño es un niño y punto. Pero claro, en este
momento hablo de lo que pasa aquí, muy cerquita, en cada barrio y tras cada
puerta una realidad que a veces solo los de dentro conocen y sufren en
silencio.
Ancianos
que tras una vida de trabajo que son los que levantaron este país se mueran viendo
como se hunde y como se van al carajo de un plumazo en menos de dos años un
motón de derechos que tanto sacrificio les costó ganarlos y tantos años de
lucha perdidos tan rápido.
Yo
tuve la suerte de tener una infancia muy feliz y no me faltó de nada. Ni amor
ni cuidados, ni buena alimentación, ni estudios, ni juguetes, ni diversiones ni
caprichos. No me malcriaron, se me enseñó siempre el valor de las cosas. Pero
pude ir al circo, al cine, al parque de atracciones, comer helados, comprarme
chuches, comics…. Tener mi bicicleta a pesar del miedo de mi madre y patines… Las
cosas que le gustan a un niño.
Los
niños son nuestro futuro, deben crecer felices, sin preocupaciones, soñando,
fantaseando porque ya tendrán tiempo cuando sean mayores de tener
preocupaciones. Es el tiempo de jugar, de aprender, de crecer y hacerse fuertes
no de sufrir y de ver padres tristes con sonrisas tristes.
Yo
no recuerdo de niña oír hablar de política como se hace ahora. Era de otra
forma, pero ahora que soy mayor veo que era política al fin y al cabo, eso si encubierta
muchas veces en forma de relatos en los que no faltaban las opiniones de los
más valientes y eso dependiendo de quién estuviera delante, esto último lo
entiendo ahora.
A
mi me gustaba estar con la gente mayor y sentarme a escuchar sus
conversaciones, muchas veces me echaban jajaja anda niña vete a jugar. Pero
siempre que podía pegaba la oreja para escuchar historias de la guerra y de
postguerra que me sonaban a película en
blanco y negro.
Mi
abuela y mi madre me contaron muchas cosas de la guerra. Dos generaciones que
la vivieron juntas pero de forma diferente. Mi abuela joven con dos niñas,
embarazada y sola. Mi madre una niña, de las dos hermanas la mayor.
Barcelona
capital, mi madre me contaba que oían pasar los aviones y que cuando
bombardeaban corrían todos al refugio que había en el palacio de los deportes
en frente de casa. Que a ella no le gustaba porque no se sentía segura, pensaba
que si caía una bomba se podían quedar encerrados sin poder salir del refugio y
que a veces no entraban, ella y sus amigos se escondían para ver los aviones y
las madres como locas buscándolos.
Recordaba
las colas con las cartillas de racionamiento para buscar alimentos. Horas para
una barra de pan. Un día mi abuela y
ella estaban en la cola. Mi abuela estaba embarazada de unos 7 meses y mi madre
le dijo:
-.Mamá
váyase a descansar a casa un rato que yo me quedo en la cola y luego vuelve.
Así
lo hizo mi abuela, y cuando regresó y se metió en la cola una señora le dijo
que se estaba colando y la empujó y mi madre le largo una buena patada. Mi
madre era muy pequeña porque nació en 1930 así que aun no tendría ni los 9
años.
A
mi abuelo lo enviaron a Francia con la división azul. Contaba la Yaya (mi abuela)
que llegó llenito de piojos, flaco y enfermo porque era asmático.
Mi
abuelo me contó que llegaron a Francia y los metieron en unas canchas de tenis
a esperar que les dieran ordenes, acampados allí de cualquier manera y se olvidaron
de ellos no se cuantos meses porque no combatieron, pero que pasaron mucha
hambre y mucho frío hasta que los mandaron a casa.
Las
mujeres estaban solas. Se unieron mi abuela y sus hermanas, mientras una
cuidaba los niños de todas las otras se buscaban la vida para traer comida a
casa. La tía Paquita era la encargada de
cortar y repartir el pan. Cuenta mi madre que las lonchas eran tan finas que
jugaba con sus primos a ver quién veía mejor la bombilla a través del pan.
Desde entonces creo que se le quedó la obsesión por el pan. Siempre quiere tener
pan almacenado y jamás le he visto tirar ni un mendrugo, lo guarda en la bolsa
para después así esté duro.
Fueron niños que pasaron mucha hambre y ahora
no soportan ver como se repite la historia que los hijos de sus nietos pasen hambre.
Pues
la generación de mi madre creció en un país en ruinas y con el esfuerzo de la
de mis abuelos y luego con la de mis padres salió este país adelante y
consiguió salir de una dictadura a una democracia y ganar tantos derechos
sociales que costaron sangre y mucho sudor conseguirlos para que ahora en su
vejez vean como desaparecen por el egoísmo de unos pocos contra los intereses de muchos.
¡Muy
triste! Por eso muchos viejos dicen que
algunos no entienden lo que costaron y no comprenden la pasividad ante tanta
injustica, ellos que se jugaron el todo por el todo.
Antes bastaba que alguien te acusara de “rojo”
para que se te detuviera sin más y de ahí pa’lante a saber que pasaba contigo.
Si
eras homosexual se te aplicaba la ley de vagos y maleantes y te molían a palos.
Cuando más de cuatro amigos se reunían juntos
ya era sospechoso y había que dispersarse.
Etc etc….
La
generación de mis padres corrieron muchas veces delante de los civiles que iban
repartiendo palos en la manifestaciones. Pero lo consiguieron.
Mi
generación lo tuvo mucho más claro, Franco murió cuando yo estaba a puntito de
cumplir 14 años y crecí en democracia deseando ser mayor de edad para votar
porque en mi casa se me enseñó lo importante que es poder decidir el futuro de
mi país.
Y
este país empezó a cambiar, abrirse al exterior, a tener libertad de expresión
en todos los sentidos….. corrieron muy buenos tiempos.
Crecí
me hice mujer, esposa, madre, empresaria, voluntaria, ahora abuela y siempre
libre.
Ahora
empiezo a vivir la mitad de mi vida y veo como desparecen día a día más
derechos en España con tantos recortes y leyes injustas.
Servicios
bien asentados como la sanidad y la educación pública merman y se tambalean a
pique de quebrarse. La justicia ya no es gratuita y ahora nos quieren poner una
mordaza para que no protestemos, amenazando al pueblo con represarías, cargas
policiales, multas y cárcel, no nos engañemos que la cosa irá a más y no a
menos si no los páramos.
Ay
que mover el culo y que el país entero se eche a la calle porque no podrán con
todos.
A
mi para mi cumpleaños de regalo me gustaría que despareciera este puñetero
gobierno que está metiendo en la mierda de mala manera a gran parte de los
españoles.
Pero
como sé que es un deseo que no se cumplirá aprovecho la ocasión para decir lo
que pienso ahora que aun puedo.
Espero
poder seguir escribiendo con libertad y que no amanezca un triste día en el que llegue
la censura a mi blog.
¡Pobre
España! Que pena tan grande como está mi país.