jueves, 26 de agosto de 2010

Besos al cielo

Me diste la mano para aprender a caminar.
Me tirabas de la lengua para oírme.
Me preguntabas si quería que me llevaras al cine de "Las sábanas blancas", pero no me llevabas y yo me enfadaba y tu te reías y me decías:

¿Quieres que te lleve al cine de las sábanas blancas?
Y yo respondía:
Sí, llévame.
Y tu me respondías:
Yo no te digo  sí llévame . Te digo ¿qué si quieres que te lleve al cine de las sábanas blancas? - mientras me acostabas.

Y yo buscaba cualquier combinación de palabras para que me llevaras y tu me mareabas dándole la vuelta.
Hasta que mamá siempre decía:
Deja a la niña.
Y tu te reías mientras me acurrucabas, me hacías cosquillas y me besabas.

Hoy sé, que ese cine era mi cama y que las películas eran mis  sueños.
Querías que volara mi imaginación y me montara mi propia película.
Me dabas esa libertad para soñar y para debatir contigo hasta el cansancio, hasta que me dormía.
Era tu forma de quererme cuando podías disfrutarme después de un largo viaje y más larga ausencia.
Te quejabas de que era contestona, pero te enorgullecías de que sacara carácter y tuviera personalidad.
Eras fuerte, y me enseñaste a ser fuerte, a no rendirme con un NO por respuesta, y a buscar un SÍ hasta debajo de la piedra más gorda.

Fuiste Papa Noel y los Reyes Magos juntos, cuando de tus maletas salia un regalo de cada puerto que visitabas.
No porque quisieras mal criarnos, si no porque la ausencia y la soledad era tan dura, que cuando veías algo decías:

- Esto para mí hijo.
- Esto para mi chiquilla.
- Esto para mi Señora, como amorosamente llamabas y presentabas orgulloso a Mamá.

Nunca me acostumbré a tus ausencias, cada ves era más duro para todos.
Hasta que te quedaste en tierra y montaste negocios y te tocó batallar con dos adolescentes en la peor edad.
Descubrimos que no eras Papa Noel, si no Papá.

Más adelante nos peleamos por ser tan iguales y tan cabezotas.
Pero el amor fue más fuerte que la cabezonería, no soportábamos hacernos daño y estar alejados.
Y apadrinaste a mi niño, tu primer nieto.

¡Ay Papí!, te me fuiste tan pronto que te añoro todos los días.
Y cuando más tiempo pasa, con más amor te recuerdo y más amplia es mi sonrisa.

No te fuiste, te quedaste en mi.
En lo que me enseñaste, en el amor que me diste.
Y en tus lecciones de la vida.
Y siempre vas conmigo, no me siento sola, tu me cuidas y me guardas.
Aquellos consejos que me diste y que yo parecía no escuchar, están grabados en mi mente y en mi corazón con fuego de amor del bueno para que no se me borren.

Papá, si me vieras como he crecido como persona desde que la funda de tu cuerpo nos dejó.
Madre de hijos adultos. Sigo enamorada y con el hombre que tanto admirabas y querías aunque fue causa de nuestra pelea por la diferencia de edad.
¿Ves Papá qué era de verdad y valió la pena?
Soy empresaria, cocinera como tu y no sabía freír un huevo jejeje.
Peleona, y metida y mil y un "fregaos"
Cada día me parezco más a ti y te quiero más.
Te valoro más, lo que fuiste, lo que me diste, lo que me enseñaste.
Gracias Papá.

Hoy es tu cumpleaños, en la tierra cumplirías 84 años.
Te tengo muy presente y quiero regalarte mis sentimientos en esta carta de amor que te envío con un millón de besos al cielo para que te rodeen todo y te lleven mi amor.
Felicidades Papí.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Ana, encantada de conocerte, preciosos tus relatos y emotivos, veo que ere de Gran Canaria yo vivo en Las Palmas, se que te gusta el mundo del fondant y de hacer tartas, te invito a que conozcas mi blog, yo soy profesora de fondant, espero que te guste¡¡ un saludo Ali

Ana Rial Ybáñez dijo...

Hola Alicia, gracias por tu visita y comentario.
También estoy encantada de conocerte y prometo pasarme por tu blog.
Un beso

Ana dijo...

Ana me has echo llorar ...casi no puedo seguir ...

Es muy hermoso, yo tambien iba al cine de las sabanas blancas.

Miles de besos